miércoles, octubre 10, 2007
De cómo no me encontré a los Village People
Una de mis ensoñaciones era que al entrar a Greenwich Village me conseguiría en una esquina con aquella popular banda de los ochenta Village People cantando en una esquina alguno de sus temas, mientras musculosos motociclistas vestidos de cuero, dignos de Tom of Finland, se meterían mano sin piedad por los alrededores. Pero no fue así.
A no ser por algunas típicas sex shops y una exótica tienda de fetiches, el Village luce más calmado por estos días. Ante el auge de los derechos homosexuales y el aumento del costo del sector, muchos han migrado a otras zonas. De resto, Washington Square, icono del barrio, tiene un ambiente más bohemio, universitario y con actuaciones de grupos religiosos que le dan un toque de diversidad.
Pero más arriba en el mapa, el renovado sector de Chelsea alberga una buena parte del clima gay de la ciudad. Más tiendas, discos, restaurantes y sobre todo muchos homosexuales caminando por todos lados, me hizo notar que esta zona es ahora mucho más de tolerancia que su predecesora. Chicos tomados de la mano, musculosos que conversan en extrema cercanía, son algunas de las cosas que se ven por acá.
Pero Chelsea, aunque muy fashion por el momento, carece de atractivos turísticos como el también olvidado East Village, por el que pasé, vi y seguí.
Buscando imágenes de la ciudad como tal me encontré el todavía destacable Flatiron, que fuera el edificio más alto en su momento con 22 pisos, y aún presencia la intersección de la inefable Quinta Avenida con la extensa Broadway.
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