miércoles, octubre 10, 2007

Chinatown y Little China, perdón, Italy. También Soho


Debo decir que últimamente un sentimiento de invasión se apodera de mi cuando pienso en los chinos. Creo que son tantos que ya no caben en ninguna parte y además parecen multiplicarse vertiginosamente.
Cuando subes del distrito financiero y pasas todas las cortes de Nueva York, empiezas a ver que todo empieza ponerse más recargado y los ojos de los transeúntes se tornan cada vez más rasgados, ahí es cuando de pronto pluff y estás como en un populoso barrio chino. Tiendas con turistas por todas partes, todo made in China (nunca mejor dicho). Pero el exceso de gente, el calor y la no existencia de alguna atracción específica me aleja de esas calles, sin embargo, mi sopresa fue mayor al ver que donde se supone inicia la Pequeña Italia sigue la presencia china, de ahí mi reflexión inicial.
Según cuentan, los italianos tradicionales del sector prefirieron huir a otros sitios más acomodados por lo que los chinos han encontrado más espacio. Pero aún en La Pequeña se respira un ambiente italiano, el idioma aparece y algunas buenas pizzerías se pueden conseguir, pero no mucho más que eso.
Por lo que ante la falta de opciones me enfilo hacia el oeste y me encuentro con Soho (South of Houston), ya que existe una zona Noho (norte de Houston), pero el Noho está más con los edificios de la Universidad de Nueva York.
Apenas entro a Soho, veo a una morena hermosa y altísima que luce como quien acaba de salir de una pasarela. Bolsa en mano, la imagino de compras y lista para ir a medirse ropa de algún diseñador.
Lo fashion se apodera del ambiente. Muchos barcitos y restaurantes aparecen llenos de “gente bella” y savoir faire. También destacan las galerías, hay una cuantas y existe una plaza cubierta por unas especies de anillos blancos que me recuerdan más bien al Hula-Hop de Enrique y Ana, pero blancos. En esa plaza hay performances todo el tiempo.
Me dedico a ver algunas tiendas y el clima es de “consuma”, con gente cargando bolsas de todas las tiendas como si fueran de Pepeganga.
Las tiendas te invitan a entrar, desde Apple hasta la editorial alemana Taschen. Todo mucho color y estilo, mucho dinero y tarjetas de crédito enratonadas. Yo, mejor me retiro.

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